martes, 4 de junio de 2013

Ciudades Suicidas

Hoy hay ciudades de andamio
en las que los polluelos pían al abismo
suspendidos en cornisas de duda,
y solos,
siempre muy solos.
El transeúnte medio odia la compañía
y toda la compañía odia al transeúnte,
por eso las gentes caminan perdidas
pisando palomas muertas de miedo,
y solas,
siempre muy solas.
Los ojos de las fachadas lloran los Lunes
y el resto de la semana ni se abren,
pues los andamios tan inexactos aterran
incluso al más alto de los rascacielos,
que mueren de frío entre nubes,
y solos,
siempre muy solos.
Las palabras de amor de un niño perdido
caen sin remedio como un polluelo muerto
y quedan sepultadas bajo caminantes
mientras lágrimas de cemento las bañan.
Entonces el amor pavimentado germina,
pues toda semilla lo hace,
e intenta brotar hacia el cielo de cornisas,
pero no hay amante que lo riegue
y la flor se queda mustia,
y sola,
siempre muy sola.

Antonio García Vázquez

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